Ya todos conocemos esta historia que ha penetrado hasta la última esquina de nuestro país, el famoso “Barbita” que le quitó la vida cortándole la cabeza y los brazos a su mujer.
Como todos sabemos, cuando lo apresaron el la cárcel del palacio de justicia, los presos le dieron su sazón, propinándole golpes, patadas, trompadas y demás.
Barbita se quejó de que los presos “lo querían matar“, mientras que los presos gritaban “Que nos lo dejen, que nos lo dejen, tráiganlo para acá”
Pues a Barbita volvieron a meterlo donde los presos y lo sonaron otra vez, para que al menos entienda en un 1% lo que le hizo a su mujer a la cual no le tuvo piedad.
Pero ¿Adivinen qué? Ahora del dinero de nuestros impuestos, con lo que pagamos los pocos materiales gastables que hay en los hospitales, se lo tenemos que suplir al famoso Barbita para que sea atendido por las heridas que le hicieron los presos.
Igualmente, los pocos y malpagados médicos que están en el hospital, de seguro tuvieron que dejar de atender a otros pacientes ¿Y todo para qué? Para atender a Barbita, por las heridas que le provocaron los presos.
Sabemos que no podemos juzgar a los médicos, porque ese es su trabajo y su juramento hipocrático, pero me imagino que esos médicos no estaban a gusto curando a esta bestia y de seguro les pasó por la mente “ay si yo le pudiera dar al menos un punchón con una pinza”
Ahora el hombre que se comportó como todo un león en frente de esa dama indefensa, ahora está convaleciente. Pero él va pronto para la cárcel de Rafey, donde seguro ya lo están esperando.