Un fallo en las agujas, posible causa del accidente de tren en Vigo


ESPAÑA: El tren Celta, tan rimbombante en su nombre y en su categoría internacional como viejo e incómodo en sus asientos, partió ayer poco después de las nueve de la mañana de la estación de Vigo con destino a Oporto, con su habitual pasaje multinacional, compuesto por turistas extranjeros, algunos viajeros gallegos y unos pocos portugueses. A las 9.25 h, justo antes de enfilar la estación de O Porriño (comarca de Vigo) que debía pasar de largo, descarriló y se empotró contra un muro y un poste eléctrico. Hubo cuatro víctimas mortales, que fueron el maquinista portugués, un revisor gallego, un estudiante ferroviario y un pasajero norteamericano, así como 48 heridos, en su mayoría leves.
El tren accidentado ayer a la entrada de la estación de O Porriño, justo después de un viaducto, recostado sobre el muro que delimita la estación, en la vía secundaria© Image LaVanguardia.com El tren accidentado ayer a la entrada de la estación de O Porriño, justo después de un viaducto, recostado sobre el muro que delimita la estación, en la vía secundaria
El siniestro provocó la inmediata suspensión de la campaña de las elecciones gallegas, justo en su primer día. Y los dirigentes políticos y candidatos se dieron cita en la estación de O Porriño y en los hospitales, para expresar sus condolencias a las víctimas, como hicieron los principales aspirantes a la presidencia de la Xunta y el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Aunque ayer no hubo ninguna explicación oficial, a la espera de los resultados del trabajo de la comisión de investigación de Accidentes Ferroviarios, las primeras hipótesis que se manejaban ayer indicaban, según fuentes del caso, que pudo haber un problema con las agujas, el sistema que regula la vía por la que circula el tren y que se gestiona desde el centro de control de Ourense. Esta teoría se combina con la posibilidad de que el Celta entrase a una mayor velocidad de la establecida, en una zona en la que, según el ministro de Fomento en funciones, Rafael Catalá, había trabajos de mantenimiento, lo que obligaba a tomar un desvío.
Los 61 pasajeros que se subieron ayer al Celta se embarcaron en un tren peculiar, porque pese a ser un “camello” español de toda la vida, con sus características jorobas en la mitad de los vagones, no pertenece a Renfe, sino a Comboios de Portugal, la empresa de ferrocarriles lusos. Ayer, de hecho, en la estación de O Porriño, a pocos metros de donde yacía el convoy siniestrado, españoles y portugueses se pasaban, con elegancia, la pelota de la responsabilidad. La visión de las autoridades de Madrid indica que se trata de un tren portugués, con un maquinista de esa nacionalidad y perteneciente a una empresa del país vecino, aunque chocase en una vía española, mientras que para las de Lisboa se trataba de un servicio mixto, con responsabilidades compartidas.
Esa visión bilateral es que la ofreció el 1 de julio de 2013 el viaje inaugural del tren Celta, en el que participaron los ministros responsables del área de infraestructuras de España y Portugal, que eran entonces Ana Pastor Julián y Álvaro Santos Pereira, respectivamente. Su desplazamiento de Vigo a Porto sirvió para presentar el nuevo servicio que reducía en casi una hora el viaje, simplemente al eliminar las múltiples paradas del camino, como la de O Porriño. Esas supresiones redujeron por una parte el pasaje, al dificultar las conexiones con el resto de Galicia, pero incrementaron la velocidad del viaje, que discurre por algunos parajes espectaculares, como la desembocadura del río Miño.
En su comparecencia para informar del dispositivo de emergencias, el presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, destacó la composición multinacional del pasaje, que suele ser la habitual, en parte ya que la baja calidad del servicio lo hace poco competitivo para la población autóctona, que prefiere el coche o el autobús.
En O Porriño había ayer un sentimiento de cierto alivio, porque el accidente no se hubiese producido en el sentido contrario, después de una larga recta, con una velocidad mayor.
Si bien la vía del siniestro no forma parte de las modernizadas en Galicia durante los últimos lustros, en los ejes de A Coruña-Vigo y Santiago-Ourense, se trata, en palabras de una maquinista, de “una de las más usadas, de las que tienen más tránsito”, pues forma parte de la conexión de la ciudad viguesa con Madrid, un tramo que ayer quedó cortado.
Pese a la temprana hora del accidente, ayer no abundaron las explicaciones sobre lo sucedido. En su comparecencia en O Porriño, Rajoy se remitió a los resultados de la investigación en curso, mientras el presidente de Comboios de Portugal, Manuel Cairo, aseguró que no hay indicios de un fallo humano o técnico, al tiempo que garantizaba que el tren había sido revisado en territorio luso en la misma víspera del siniestro.
Ante esa falta de explicaciones las miradas estaban puestas en el tren, abatido ayer a la entrada de la estación de O Porriño, justo después de un viaducto, acostado sobre el muro que delimita la estación, en la vía secundaria. El siniestro hizo revivir los fantasmas de la catástrofe de Angrois, en una década aciaga para el ferrocarril en Galicia, pese a estar viviendo la revolución de su modernización, que es parcial y que aún no llegó al Celta

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