Un comerciante decidió quitarse la vida de un disparo en la cabeza porque estaba agobiado por las deudas y ya no encontraba que más decir ni a quien tomarle prestado.
Una joven entrevistada dice que él se levantó temprano y estaba sentado pero con el colmado cerrado todavía, ante esto la joven le preguntó que si iba a abrir el colmado a lo que él contestó que lo iba a hacer más tarde.
La joven luego se distrajo y se puso a hacer otra cosa cuando de repente solo escuchó el disparo. La joven dice que al escuchar el disparo inmediatamente se imaginó que el comerciante se había quitado la vida, pero al ser cuestionada si él tenía algún problema, ella dijo no saber nada de eso.
Por otro lado, una señora entrevistada confirma que el fallecido siempre estaba con una depresión y que este se lo confezaba a ella, la señora dice no saber si realmente el hombre tenía problemas económicos, pero que padecía una fuerte depresión al parecer por problemas de salud.
El comerciante vivía con su esposa y sus dos hijas. El occiso fue identificado como Rafael Antonio Silvestre.